Todos soñamos con un futuro en el que un ejército de máquinas a escala nanométrica destruye células cancerosas en nuestros cuerpos, sin efectos secundarios. Pero antes de llegar a esas nanomáquinas, primero necesitamos nanomotores. Un equipo de ingenieros en la Universidad de Texas acaba de crear uno, y tiene tantas revoluciones por minuto como la turbina de un avión.
La historia nos dice que fueron necesarios cuarenta años para que el motor diesel llegue a un coche convencional de pasajeros. Los procesos de optimización y miniaturización eran mucho más lentos a principios del Siglo XX, pero aún así fue un logro extraordinario. Básicamente, esto nos recuerda que un motor no deja de ser una herramienta, la cual nos ayuda hacer otras herramientas. Ahora, pensemos por un momento en los robots. Algunos diseños utilizan una cantidad muy importante de motores, convirtiéndose en piezas críticas para su funcionamiento. Y esto no es tan diferente a escala nanométrica. Si el plan es desarrollar nanomáquinas con el objetivo de distribuir medicamentos y combatir tumores en nuestros cuerpos, primero hay que crear un nanomotor estable.
Así es como llegamos a la Escuela Cockrell de Ingeniería, bajo el ala de la Universidad de Texas en Austin. Allí, un grupo de ingenieros ha creado el nanomotor más pequeño y más rápido del mundo. Cuando decimos “pequeño”, no es broma: Un simple grano de sal es 500 veces más grande. Un nanocable, un nanoimán y un microelectrodo son las tres piezas fundamentales del nanomotor, mientras que una combinación de fuerzas magnéticas y campos eléctricos intervienen en su construcción y funcionamiento. Varios nanomotores pueden trabajar en forma sincronizada, e individualmente alcanzan las 18 mil revoluciones por minuto, colocándose a la par de una turbina de avión.
Otro aspecto tan impresionante como el de sus revoluciones es el tiempo de funcionamiento. Los experimentos han revelado una autonomía de quince horas, cuando otros desarrollos similares sólo lograron que funcionaran por unos pocos minutos. El hecho de que el nanomotor gire tan rápido tiene un gran valor en la distribución de medicamentos a nivel celular: En esencia, a mayor cantidad de revoluciones, mayor es la velocidad con la que se liberan los químicos. En el futuro, esto podría dar a los doctores un control mucho más preciso sobre la cantidad de las sustancias, y la frecuencia con la que deben ser distribuidas en el cuerpo. En cuatro décadas, el motor diesel pasó de la teoría al consumo general. Con un poco de suerte, los nanomotores necesitarán mucho menos tiempo que eso. (Neoteo)
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