lunes, 19 de mayo de 2014

Avanza la carrera por privatizar el espacio


Una reunión única de 13 empresas sirve para ver lo que sucederá en un año lleno de lanzamientos espaciales

POR MICHAEL BELFIORE TRADUCIDO POR LÍA MOYA

Fue una curiosa reunión de talentos. Representantes de 13 empresas espaciales comerciales se reunieron el 1 de mayo en un lugar dedicado a ir donde pocos han llegado: el Club de Exploradores de Nueva York (EEUU).

Entre las mansiones y apartamentos de lujo que bordean Central Park, ejecutivos de empresas de turismo espacial, start-up que fabrican cohetes e incluso una compañía que espera ganar dinero minando asteroides en busca de materiales útiles, hicieron presentaciones y hablaron de sus planes.

El acto en el Club de Exploradores nos ofrece una instantánea de lo que quizá sea una industria en el futuro. En un momento en el que la NASA ya no puede pagar vuelos tripulados, y la financiación gubernamental para las misiones no tripuladas es escasa, han aparecido toda una serie de start-up, la mayoría de ellas respaldadas por el dinero de entusiastas del espacio sin problemas de liquidez, con la esperanza de llenar el hueco que ha quedado. Ya hay varias de ellas que han demostrado su valía a lo largo de los últimos años. SpaceX, de Elon Musk, por ejemplo, hace entregas de carga a la Estación Espacial Internacional para la NASA. Tanto Virgin Galactic de Richard Branson como XCOR Aerospace, fabricante de cohetes, planean demostraciones para este año que servirán para catapultar los vuelos espaciales comerciales desde la marginalidad hasta el mercado de consumo.

Los avances conseguidos en los vuelos espaciales comerciales podrían tener importancia para más personas que los pocos afortunados que se pueden permitir un billete al espacio. SpaceX ya ha puesto nerviosa a la competencia en la industria del lanzamiento de satélites (que mueve 190.000 millones de dólares al año -unos 137.000 millones de euros-) ofreciendo lanzamientos más baratos para satélites de comunicaciones, mapeo e investigación.

Además, el turismo espacial podría ayudar a atraer más interés por esta incipiente industria. "No hace falta que vayas al espacio para que los viajes espaciales tengan un impacto sobre ti", afirma el profesor de aeronáutica y astronáutica del Instituto Tecnológico de Massachusetts (EEUU) y especialista en historia de la ingeniería, David Mindell. "Por 200.000 dólares (unos 145.000 euros) habrá muchos más 'astronautas' por ahí, y con el paso del tiempo eso podría tener un impacto importante". Un resultado directo, según Mindell, podría ser un mayor apoyo público a los vuelos espaciales, sobre todo "cuando todo el mundo conoce a alguien que ha ido al espacio".

Además de los periodistas, los miembros del Club de Exploradores y miembros del público que habían pagado la tarifa de acceso de 75 a 150 dólares (de unos 55 a unos 110 euros), asistieron varios antiguos astronautas de la NASA para ofrecer su apoyo, entre ellos el presentador de la velada, Michael López-Alegría, veterano del trasbordador espacial y la Estación Espacial Internacional. También estaba, demostrando que los tiempos están cambiando con su sola presencia, el primer astronauta de segunda generación del mundo, Richard Garriott. El padre de Garriott voló en misiones del Skylab y el trasbordador en las décadas de 1970 y 1980 respectivamente. Pero Garriott hijo pagó por su billete a la Estación espacial Internacional en 2008 como particular. 

La velada fue un torbellino de actividad, entre testimonios de clientes y rápidas presentaciones de lanzamientos de cohetes, aeronaves en órbita y naves espaciales en construcción y en pruebas. Todo ello servía para componer el retrato de una industria en movimiento, con múltiples empresas ofreciendo servicios, desde experiencias suborbitales y oportunidades de investigación, hasta vuelos a la órbita terrestre y más allá.

Y también sirvió para ver un adelanto de los planes de varios actores clave.
El director de relaciones con los astronautas en Virgin Galactic, Lauren De Niro Pipher, reveló que el fundador de la empresa piensa volar con su familia a bordo del avión-cohete SpaceShipTwo de Virgin Galactic en noviembre o diciembre de este año. El cohete arrancará el negocio de vuelos espaciales suborbitales, sobre los que De Niro Pipher confirmó que más de 700 clientes ya han pagado reservas para billetes que cuestan de 200.000 a 250.000 dólares (de 145.000 a 180.000 euros).

El director de desarrollo de negocio de Blue Origin, Bretton Alexander, anunció que su empresa tiene intención de empezar ha hacer vuelos de pruebas con su primer vehículo a escala completa en el próximo año. "No hemos empezado a vender vuelos al espacio públicamente aún, como han hecho otros", afirmó Alexander durante su sesión de preguntas. "Pero ese es nuestro plan y tenemos muchas ganas de hacerlo, esperamos que pronto".

Puede que Blue Origin sea la más secreta de las empresas de vuelos espaciales comerciales, no suele revelar gran cosa sobre sus progresos para poder ofrecer los servicios que planea: vuelos suborbitales tripulados y, posteriormente, vuelos orbitales. Igual que Virgin, la empresa la creó un emprendedor adinerado, en este caso el fundador de Amazon, Jeff Bezos. Por el momento la compañía, cuya sede está en Kent, Washington (EEUU), ha llevado a cabo al menos un vuelo de prueba supersónico y una prueba de su sistema de cohete de escape, ambos en su centro de pruebas en el oeste de Texas (EEUU).

También andaba por allí el director de Planetary Resources, Chris Lewicki, antiguo ingeniero aeroespacial y director de los programas para Marte de la NASA. Presentó un prototipo del Arkyd 100 de su empresa, un telescopio espacial que se dedica a buscar asteroides y que tiene el tamaño de un microondas. Si todo sale según lo previsto, una flota de Arkyd 100 escaneará el cielo desde la órbita terrestre en busca de asteroides cercanos que pudieran contener minerales valiosos y agua, para que los visite la siguiente generación de sondas Arkyd. El agua será valiosa para futuras misiones espaciales como combustible para cohetes (dividida en sus elementos constitutivos, hidrógeno y oxígeno) y para los sistemas de apoyo. Planetary Resources planea "hacer lanzamientos pronto y hacer muchos lanzamientos", me comentó Lewicki después de su presentación. Para conseguir ese fin su empresa está construyendo una serie de naves espaciales del tamaño de un CubeSat llamadas Arkyd 3 que se lanzarán desde la Estación Espacial Internacional para finales de este año.

El director de experiencias de una empresa relativamente nueva, World View Enterprises, Andrew Antonio, mostró un vídeo generado por ordenador de los vuelos en globo hasta el borde del espacio que propone su empresa, una cápsula tripulada que ascenderá hasta unos 33 kilómetros de altura, desde donde se ven la curvatura de la Tierra y el cielo negro del espacio. Con un coste de 75.000 dólares por billete (rebajado a 65.000 para miembros del Club de Exploradores -unos 55.000 y 47.000 euros respectivamente), el vuelo será más asequible que las experiencias suborbitales con cohete, pero no llegará tan alto. Antonio afirmó que su empresa planea lanzar un pequeño vehículo de prueba dentro de "aproximadamente un mes".

El director de ventas y operaciones de carga de XCOR, Khaki Rodway, presentó vídeos del cohete suborbital Lynx de la empresa construyéndose en Mojave, California (EEUU), y el perfil de un cliente de vuelo espacial de XCOR. Alojado en el mismo puerto aéreo y espacial en el que está haciendo pruebas la nave SpaceShipTwo de Virgin Galactic, el Lynx ofrece asientos para un cliente de pago por vuelo por 95.000 dólares (unos 69.000 euros). XCOR espera que el Lynx empiece a volar para finales de este año.

Aunque las ambiciones iban más allá de la atmósfera terrestre: dos de las empresas que hicieron presentaciones en el evento del Club de Exploradores apuntan a la luna.

Lunar Lion, con sede en la Universidad Penn State (EEUU) planea lanzar una nave espacial del tamaño de una mesa de centro a la superficie lunar a tiempo para la fecha tope de diciembre de 2015 que establece el Premio Lunar X de Google . Con una recompensa de 30 millones de dólares, el GLXP, como se le conoce, es el mayor incentivo ofrecido hasta la fecha.

Y en el que sería el viaje turístico más ambicioso y caro de la historia, el presidente deSpace Adventures, Tom Shelley, que dirige la empresa que llevó a Garriott a la estación espacial, afirmó durante su presentación que su compañía ya tenía los dos clientes que necesita para financiar un vuelo tripulado a la luna. La misión, que se espera que cueste al menos 150 millones de dólares por pasajero (unos 110 millones de euros) y está prevista para su lanzamiento en 2017 o 2018, busca replicar la hazaña del Apollo 8 de la NASA, que voló a la cara oculta de la luna en 1968. Igual que las misiones que la empresa ha estado ofreciendo a la Estación Espacial Internacional desde 2001, usarán hardware de construcción rusa y la misión estará comandada por un cosmonauta profesional. Shelley me comentó después de su presentación que sus clientes prefieren que no se les identifique públicamente hasta que no se acerque la fecha de lanzamiento.

Michael Belfiore es el autor de Rocketeers: How a Visionary Band of Business Leaders, Engineers, and Pilots Is Boldly Privatizing Space (Coheteros: de cómo una visionaria banda de empresarios, ingenieros y pilotos está privatizando el espacio) (MIT)

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