Jodie Pope, quien ha trabajado en la comprobación de la viabilidad técnica de los estándares para la venta de hidrógeno a conductores de automóviles con célula de combustible de hidrógeno. (Crédito: Suplee / NIST) |
Son ya tres los fabricantes de automóviles que planean empezar a vender nuevos vehículos alimentados con hidrógeno a los consumidores en 2015. La tendencia es cada vez más clara. En Estados Unidos, el estado de California ha abierto nueve estaciones de repostaje de hidrógeno, el equivalente a las gasolineras para los vehículos alimentados con gasolina, y está financiando la construcción de otras 28 estaciones del mismo tipo durante los próximos años, para dar servicio al creciente número de vehículos con células de combustible de hidrógeno en sus carreteras.
Las células de combustible de hidrógeno para automóviles y otros vehículos comparables son muy eficaces energéticamente, al tiempo que respetuosas con el medio ambiente. Crean una corriente eléctrica cuando convierten el hidrógeno y el oxígeno en agua y calor. El hidrógeno es un combustible con gran contenido de energía. Un kilogramo de hidrógeno tiene aproximadamente el mismo contenido energético que un galón (cerca de 4 litros) de gasolina. Una buena célula de combustible con tecnología actual puede tener cerca de cuatro veces la eficiencia de un motor de combustión interna comparable, y llegar a siete veces la energía de unas baterías equivalentes en peso.
También es posible usar el hidrógeno directamente como combustible, en un motor de combustión interna análogo a los comunes alimentados por gasolina, pero resulta demasiado problemático y peligroso. Usarlo en una célula de combustible se considera una opción más fiable y provechosa.
Todo apunta a que los automóviles eléctricos con célula de combustible de hidrógeno serán la alternativa definitiva a los automóviles con motor de combustión contaminante para los trayectos largos, y a largo plazo parece razonable que se impongan sobre los alimentados por baterías.
El hidrógeno puede obtenerse del agua, y agua es el único “residuo” que genera el uso del hidrógeno.
Parece pues que el hidrógeno llegará al sector del transporte para quedarse. Con miras a esta progresiva implantación futura, el Instituto Nacional estadounidense de Estándares y Tecnología (NIST) ya ha desarrollado un prototipo de un sistema para verificar la precisión de los “surtidores” de hidrógeno y garantizar que las ventas de hidrógeno no se realicen sobre la base de cantidades mucho menores o mayores que aquellas por las que se ha pagado.
Una vez que el sistema sea probado en condiciones reales, si da buenos resultados como se espera, servirá como modelo para construir aparatos similares que se usarán en inspecciones de rutina.
En el mismo manual del NIST en el que se especifican los requerimientos para el equipamiento de medición comercial en los surtidores de gasolina, ya se estipula que el hidrógeno se venderá por kilogramos, y según Juana Williams, especialista en pesos y medidas del NIST, los surtidores que suministren hidrógeno deberán tener una precisión del 2%, ó 20 gramos por kilogramo.
El equipo de Jodie Pope, del NIST, que ha trabajado en el diseño del sistema de medición para garantizar ventas justas de hidrógeno, sin darle al cliente menos hidrógeno (ni más) del que ha pagado, ha determinado en su laboratorio que el equipamiento estudiado es capaz de suministrar hidrógeno con errores bastante por debajo de ese límite máximo del 2%. (NCYT)
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