jueves, 7 de agosto de 2014

Desvelando el cerebro de los primeros depredadores conocidos en la historia de la vida

[Img #21546]
Recreación artística  Lyararapax
una de
 las 1ras. especies de  de-
predadores del mundo cazando
una  posible presa de peces pri-
mitivos.  Ilustración:   Nicholas
Strausfeld Univ. de Arizona
Unos paleontólogos han descubierto y analizado los restos fosilizados del cerebro de uno de los depredadores más antiguos conocidos en el mundo, de una época en que la vida abundaba en los océanos, pero aún no había colonizado la tierra.

El equipo internacional de Nicholas Strausfeld, de la Universidad de Arizona en la ciudad estadounidense de Tucson, ha identificado el cerebro excelentemente conservado de un fósil de uno de los primeros depredadores conocidos en la historia del mundo, que vivió hace unos 520 millones de años. El hallazgo ha revelado un cerebro que es sorprendentemente simple y menos complejo que los conocidos por fósiles de algunas de sus posibles presas.

Este descubrimiento ha identificado por vez primera el cerebro fosilizado de los que se considera eran los principales depredadores de su época, un grupo de animales conocidos como anomalocarídidos. Los primeros fósiles de estos artrópodos de aspecto feroz, extintos hace mucho tiempo, fueron encontrados a finales del siglo XIX, pero no se les identificó correctamente hasta principios de la década de 1980. Los científicos todavía discuten sobre su ubicación en el árbol genealógico de la vida.

Los resultados de la investigación realizada por el equipo de Strausfeld ayudarán a clarificar este debate. Resulta que el cerebro de esos depredadores, además de ser mucho menos complejo que el de algunas de sus posibles presas, es sorprendentemente similar a los de un grupo moderno de animales bastante modestos similares a los gusanos.

El cerebro en el fósil, que representa una nueva especie a la que se le ha dado el nombre de Lyrarapax unguispinus, sugiere que está relacionado con una rama de animales cuyos descendientes vivos son conocidos como onicóforos o gusanos aterciopelados. Estos animales están equipados con unos apéndices cortos y gruesos, sin articulaciones, que terminan en un par de garras diminutas.

Los onicóforos, que también son exclusivamente depredadores, no crecen más allá de unos pocos centímetros de largo, y están presentes principalmente en el Hemisferio Sur, donde merodean por zonas de sotobosque y hojarasca en busca de escarabajos y otros insectos pequeños, sus presas preferidas.

La neuroanatomía del fósil de anomalocarídido se asemeja a la de los onicóforos modernos en varias maneras, según el dictamen emitido por Strausfeld y sus colaboradores. Los onicóforos tienen un cerebro sencillo situado en frente de la boca y un par de ganglios (conjuntos de células nerviosas), ubicados en la parte frontal del nervio óptico y en la base de sus largas antenas. Una organización parecida se adivina en el fósil de anomalocarídido.

Las similitudes entre sus cerebros y otros atributos sugieren que los anomalocarídidos pudieron ser parientes evolutivos muy lejanos de los gusanos aterciopelados actuales.
El fósil de Lyrarapax fue encontrado en 2013 por Peiyun Cong, del equipo de investigación, cerca de la ciudad de Kunming, en la provincia china de Yunnan. (NCYT)

No hay comentarios:

Publicar un comentario