viernes, 12 de abril de 2013

Adicciones: El porno es adictivo

Los deseos por una dosis mayor de Dopamina crecerán. Con cada nueva exposición, el cerebro construirá tolerancia, incrementando la necesidad por una mayor estimulación.

El proceso en el cual una persona típicamente incurre como individuo, que le puede llevar a comportamientos sexuales adictivos o compulsivos, se conoce como adicción sexual. Es un estado patológico al que se entra cuando la capacidad por sentir placer sexual o intimidad disminuye mientras que la exposición a intenso estimulo sexual (tal como pornografía en Internet) aumenta. La condición incluye factores biológicos y de comportamiento.

Para poder entender la adicción sexual, hay que tener un entendimiento básico de cómo el cerebro, el más poderoso órgano sexual en nuestro cuerpo, procesa el estímulo sexual. Se sabe que hay un cóctel de químicos en el cerebro que energiza la atracción y el romance. Esos químicos son totalmente diferentes de la mezcla que fomenta el amor profundo y la atracción a largo plazo.

Uno de esos químicos de la atracción y el romance es conocido como Dopamina, un neurotransmisor que crea intensa energía, euforia, atención focalizada, y motivación para conseguir premios. Es liberado por el cerebro cuando las personas son expuestas, entre otras cosas, a la pornografía y la excitación sexual. Un diferente químico, Oxitocina, es quien promueve sentimientos de conexión, unión y cariño. Este se produce y libera en el cerebro, por ejemplo, cuando abrazamos a nuestra esposa o hijos, y cuando una madre esta lactando a su bebe. También hay otros, como la Serotonina y la Adrenalina, que juegan un papel de soporte. Pero es en esta caja de pociones de amor que la pornografía se mueve.

Fisiológicamente, en relaciones amorosas normales con gente real, nos movemos de un alto nivel de Dopamina (atracción y romance) a diferentes niveles de Oxitocina (relaciones estables). Pero si nosotros o nuestra pareja ha formado una "relación" con la pornografía y usa este material pornográfico regularmente para inducir orgasmos llenos de fantasía, nuestra "relación" con la pornografía nunca abandonará el estado inicial de atracción. Esta será siempre basada en el placer sexual. Entonces, como la pornografía repetidamente provoca intenso placer sexual, nuestro cerebro produce más y más Dopamina, manteniéndonos atrapados en un intenso ciclo que imita las primeras etapas de infatuación, romance de fantasía y enamoramiento.

Sobreestimular el cerebro con altas dosis de Dopamina hace que el cerebro se adapte e incremente los niveles de tolerancia. El resultado de incrementar la tolerancia es la de sensibilización, algo similar a lo que los alcohólicos o drogadictos experimentan después de un repetido uso y abuso de su droga de elección.

Con el tiempo, como necesitará mayor estimulación sexual para conseguir el mismo placer, el adicto empieza a buscar nuevas y diferentes formas de incrementar los niveles de producción de Dopamina.

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