AFP En la Estación Espacial Internacional tiene lugar investigaciones científicas, médicas y tecnológicas que generan beneficios para el planeta y sus habitantes
A 350 kilómetros sobre la Tierra, la Estación Espacial Internacional (EEI) es un laboratorio en la microgravedad que ofrece un enorme potencial científico, médico y tecnológico y ya ha traído beneficios para el planeta, explicaron investigadores y responsables de la NASA en Estados Unidos.
“La EEI es una estructura única que ofrece enormes beneficios para la ciencia y la sociedad”, subrayó a principios de enero el consejero científico de la Casa Blanca, John Holdren, tras la decisión del presidente estadounidense, Barack Obama, de prolongar cuatro años más de lo previsto, hasta 2024, la vida útil del puesto orbital. Este proyecto de más de 100.000 millones de dólares está financiado principalmente por Estados Unidos y en él participan dieciséis países.
“El objetivo para la utilización de la estación espacial es hacer descubrimientos que, hechos a muy baja gravedad, no son posibles en otro lugar”, precisó Julie Robinson, responsable adjunta de los programas científicos de la EEI.
Los esfuerzos de investigación “en realidad se centran en los beneficios prácticos en la adquisición de conocimientos que puedan ayudar directamente a desarrollar tratamientos biomédicos, nuevos materiales y mejores observaciones de nuestro planeta y su clima”, señaló.
Las investigaciones en la estación aspiran a comprender los efectos a largo plazo de la microgravedad sobre el cuerpo humano y probar nuevas tecnologías espaciales que serán esenciales para las misiones de exploración humana de larga distancia a Marte y un asteroide.
Del espacio al cerebro
La EEI, con una masa de 450 toneladas cuya construcción comenzó en 1998 y finalizó en 2011, ha reportado ya beneficios, insistió Robinson. En el campo médico, la tecnología avanzada del brazo telemanipulador de la estación, que se utilizó para ensamblar el laboratorio orbital, ha tenido aplicación en la cirugía cerebral.
Combinado con una resonancia magnética, un brazo similar en miniatura tiene una precisión que permite hacer intervenciones delicadas que hasta ahora eran imposible de realizar por un cirujano.
Más de 300 personas se han beneficiado ya de esta técnica “que salva vidas y es un buen ejemplo de una biotecnología médica derivada directamente de la EEI”, subrayó.
Otra aplicación desarrollada por el equipo de la estación es la ecografía a distancia que permite hacer un examen a una persona que se encuentra en una zona aislada o que no tiene una clínica cercana. Esta técnica es ampliamente utilizada por la Organización Mundial de la Salud (OMS), precisó la responsable de la NASA citando también un sistema portátil de procesamiento del agua, directamente inspirado en la EEI y utilizado después de desastres naturales.
Descubrimientos sobre bacterias
En cuanto a los medicamentos, el laboratorio estadounidense Amgen ha probado en el espacio tres tratamientos experimentales como el Prolia, que está aprobado por la agencia estadounidense reguladora de los medicamentos (FDA, por sus siglas en inglés), para combatir la osteoporosis, una pérdida de la densidad ósea que suele afectar a las mujeres tras la menopausia. Este problema óseo se amplifica en gran medida en microgravedad, como se ha observado en los astronautas y ratones.
Amgen ha llevado también experimentos a la estación de otro medicamento para tratar la disminución de la masa muscular, que afecta a los astronautas que pasan temporadas prolongadas en microgravedad. Estas pruebas han permitido comprender mejor los efectos de estos tratamientos, precisó la científica de la NASA.
Por su parte, Cheryl Nickerson, una microbióloga de la Universidad del estado de Arizon, ha demostrado con su trabajo desde 2006 a bordo del transbordador espacial y en la EEI, que la virulencia de bacterias como la salmonela se incrementa en microgravedad.
“Hemos descubierto un mecanismo genético clave para controlar la reacción de esta bacteria a la ausencia de gravedad que es idéntica a la de otros patógenos”, indicó, y añadió que el sistema inmunológico humano se debilita en microgravedad.
Esta investigadora implementa estos resultados para desarrollar una nueva vacuna contra la neumonía, objeto de un ensayo clínico en fase 1. Esta infección causa 10 millones de muertes al año, principalmente afecta a personas mayores y niños pequeños.
“Creo que la investigación en microgravedar puede conducir a grandes avances contra las principales causas de la mortalidad humana”, consideró.
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