viernes, 3 de enero de 2014

ESTAMOS ante un cambio de ciclo

POR ALBERTO IBARROLA OYÓN, ESCRITOR Y FILÓLOGO

La grave crisis económica que atravesamos lo está cambiando todo, se toma como excusa para imponer una política neoliberal escasamente democrática y principios que parecían innobles, como el Estado del bienestar, característica de la UE frente al modelo norteamericano, se cuestionan y hasta se denostan. En el contexto de un empobrecimiento generalizado, nos encontramos con que en la actualidad los gobiernos europeos, entre ellos el español, y el navarro también, están destruyendo el sector público y no dudan en privatizar servicios esenciales. Se justifican alegando la falta de dinero, pero no entran a debatir en qué es mejorable la gestión de las empresas públicas (las pocas que quedan). Las privatizaciones vienen de atrás y no son exclusivas de la derecha. Los gobiernos socialdemócratas, por ejemplo en el Estado español, habían privatizado, antes incluso de la llegada de la crisis, numerosas e importantes empresas públicas.

Son nuevos tiempos, podríamos decir. Tal vez acertáramos al pensar que tenemos que adaptarnos, hacer autocrítica, instalarnos en el "vivíamos por encima de nuestras posibilidades", creer que no es justo que la clase obrera viva dignamente, que sus hijos vayan a la universidad, que puedan disfrutar de derechos laborales y de prestaciones y coberturas sociales. Se podría argumentar que la clase media se había aburguesado, que eran nuevos ricos y que no se merecen vivir en la opulencia. Podríamos aducir que no es justo que todo corra a costa de las personas que tienen iniciativa y que consiguen más ingresos y crean puestos de trabajo. Podríamos resignarnos a vivir una vida dura, a ser sufridos. Sin embargo, es necesario señalar que estaríamos faltando a la verdad y siendo terriblemente injustos con todas las generaciones de trabajadores que han bregado duro para que la sociedad alcanzase el nivel de vida que ahora estamos perdiendo, mientras una élite financiera sigue enriqueciéndose ajena a la problemática social. Todo el bienestar del que hemos gozado ha sido fruto del trabajo.

Además, no es verdad que sean nuevos tiempos. La política económica que ha impuesto la Troika y que han adoptado los gobiernos europeos es vieja y conocida. Se trata de las viejas recetas neoliberales. Ya la aplicaban Ronald Reagan en EEUU, Margaret Thatcher en GB, pero además el dictador Jorge Videla en Argentina o el también dictador Augusto Pinochet en Chile, conculcadores sistemáticos de los derechos humanos. Estamos ante un viejo conocido: neoliberalismo a ultranza, es decir, abandonar la economía y el desarrollo de los pueblos al lema de "la avaricia es buena" que gritaban eufóricos los financieros y especuladores en Wall Street en la época del mandatario norteamericano mencionado. Es la ley del más fuerte. Y del más tramposo. Y la causa de que se produzca una fractura social que trasciende lo económico y que genera un odio interclasista de difícil reparación. La novedad es que la Unión Europea ha traicionado su propio modelo para adoptar el de EEUU y el de los regímenes mencionados. 

Ha sucedido aquello que los especuladores más incorregibles estaban deseando hacía mucho tiempo y que en Europa, hasta la llegada de la crisis, no se atrevían a plantear. Deben de estar muy contentos de haber tenido por fin su oportunidad. En cualquier caso, estoy convencido, es una apreciación personal, de que no nos dejaremos engañar mucho más, de que las clases trabajadoras sabremos revertir la situación en menos tiempo del que algunos imaginan y de que la solidaridad volverá a ser el leitmotiv de muchos comportamientos. El corazón de las buenas personas dominará también los mercados. Noticias de Navarra

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