Conexiones seguras, dedicadas, y a prueba de fallos. Internet como la conocemos hoy no puede ofrecer ninguna de estas tres cosas, por lo tanto, existen iniciativas que están planteando una solución radical: Reemplazarla. El Proyecto Meshnet es una de ellas.
La Web ha cambiado en estos últimos tiempos. Tal vez no sea aparente, pero puede “sentirse”. Elspygate voló por los aires, Assange sigue en la embajada ecuatoriana en Londres, Manning está preso, Snowden continúa evitando a las autoridades, varios servicios supuestamente “seguros” se vieron forzados a cerrar, compañías de muy alto perfil colaboran con los programas de vigilancia gubernamentales… y entre todo eso, los usuarios. La privacidad está muerta, los “clientes” se convierten en “productos”, y aquello que se consideraba protegido ha dejado de estarlo (sólo basta con ver el caso de Silk Road operando bajo la red Tor). Internet no puede desaparecer, pero sí puede mejorar. De hecho, algunas mentes están trabajando activamente en reemplazarla, con una versión más estable y segura.
Así es como nos encontramos con el Proyecto Meshnet. Su objetivo, de acuerdo a la descripción oficial, es la construcción de una Internet alternativa y descentralizada. A través de una combinación de software, hardware, y la aplicación de una topología en malla, esta red no sólo logra resistir la caída de sus nodos, sino que también está libre de censura y/o vigilancia. La esencia del Proyecto Meshnet es el protocolo Cjdns, con el cual dos sistemas pueden comunicarse luego de que se hayan verificado entre sí criptográficamente. Caleb James DeLisle, el creador de Cjdns, básicamente propone en el “whitepaper” del protocolo que el usuario se convierta en un ISP. El uso de Cjdns nos lleva eventualmente a Hyperboria, que es la “Internet alternativa” propiamente dicha. Esta red ya cuenta con una interesante cantidad de servicios, incluyendo su propia red social al estilo Twitter, un clon de GitHub (Gitboria) y hasta un servidor Minecraft.
Me gustaría decir que ingresar al Proyecto Meshnet (y a la antes mencionada Hyperboria) es algo sencillo, sin embargo, a pesar de la “simple configuración” que anuncia el sitio oficial, instalar tu propio nodo Cjdns demanda un poco de tiempo y esfuerzo, sin mencionar conocimientos sobre Linux, los suficientes como para defenderse en la consola. La guía de instalación ofrece varios métodos dependiendo del sistema operativo (Linux, OS X, Android con acceso root y OpenWrt), pero se recomienda compilar. Otro detalle a tener en cuenta es que son necesarias ciertas “credenciales”para conectarse a Hyperboria, las cuales se obtienen a través del canal oficial en IRC. En otras palabras, sólo puedes ingresar si primero contactas a alguien que ya está en la red, y recibes de ese usuario los datos requeridos. También hay instrucciones para utilizar a un Raspberry Pi como nodo Cjdns, un rol más que interesante para este hardware accesible y de bajo consumo.
La idea detrás del Proyecto Meshnet es muy buena, pero no está libre de desafíos. El primer argumento en contra de las redes con topología en malla es el costo. Conectar a una cantidad cada vez más elevada de nodos entre sí es caro, y aunque la tecnología inalámbrica ayuda en gran medida, no siempre es viable su aplicación. Esto obliga a utilizar la “Internet convencional” para realizar conexiones, cuando en realidad se está buscando su reemplazo. Aún así, descartar los beneficios del Proyecto Meshnet sería un grave error. No sólo es de vital importancia contar con una red descentralizada que no quede a merced de un puñado de servidores críticos (¿recuerdan la última caída de Google?), sino que el concepto de “cifrado por diseño” en sus conexiones evitaría el sistemático abuso que los gobiernos de turno están cometiendo con sus programas masivos de vigilancia.
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