El domingo estuve con mi amiga Morgana. Se llama así, Morgana, como el hada de Arturo. Dos días atrás, al hada la había dejado su pareja. Entré en su casa, que olía a insomnio y a ruptura caliente, y lo primero que me dijo fue: “Me duele el cuerpo, como si me hubiera pasado por encima un camión de doce ejes”, y se desplomó en el sofá. Eché mano de un escáner cerebral que guardo en el cajón de resolver cosas, y le conté que los neurocientíficos han encontrado que el dolor por el abandono clava el colmillo en las mismas áreas cerebrales que si te pillas el dedo con una puerta. “¡¡¡Qué país!!”, exclamó Morgana, y me miró mal, por comparar a su ex-chico con un dedo.
El despecho tiene en nuestras neuronas un reflejo físico y, sí, duele como si te atropellara un camión enorme. El dolor físico y los sentimientos intensos de rechazo, según encontraron en un estudio de la Universidad de Michigan publicado en (PNAS) azota la corteza somatosensorial secundaria y la ínsula posterior dorsal, nada menos. Morgana estaba a punto de perder el interés por mis cerebritos hasta que añadí: “Las penas por desamor se aliviarán pronto con una pastilla. Están investigando fármacos para coser corazones.”
¿Te interesa el tema? Pues no te pierdas el artículo completo de nuestra compañera Lorena Sánchez Remedios científicos contra el desamor y 10 canciones tuiteras para tragar el sapo (Naukas)
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