Capriles |
Es absolutamente indispensable que uno debe estar entrenado para no sólo enterarse, sino entender respecto a como se mueve el adversario en cualquie ámbito que fuese. Por ell nos parece intresante compartir este informe que no provien precisamente de las fuerzas del chavismo, sino todo lo contrario y que nos permite avisorar por otra parte, por donde anda la derecha (en su más amplio y génerico sentido).
Es bueno tener siempre un cortafuego a mano. E.P.
"¿Por qué la oposición venezolana no levanta cabeza?", preguntó la web en español de la BBC. El debate es muy interesante porque pese a todos los errores de Hugo Chávez Frías y sus colaboradores, el Partido Socialista Unido de Venezuela sigue ganando comicios. El interrogante es válido en la Argentina, donde los opositores son acusados, a menudo, de carecer de liderazgo alternativo.
por YOLANDA VALERY
CARACAS (BBC).
Parte de la oposición cree que manifestar en la calle no es una opción viable.
La otra parte exige acciones populares.
Mientras el pueblo chavista jura fidelidad, manifesta y reza, el pueblo
opositor espera, anhela y ve ocurrir los acontecimientos por televisión.
Más de seis millones y medio de personas votaron por una opción distinta a
Hugo Chávez en octubre pasado. Es el 44% de un país que, ante el inesperado
cambio de circunstancias producido por el agravamiento de su enfermedad, no
halla cómo articular esa fuerza.
Las redes sociales expresan el dilema que enfrentan por estos días los
opositores: mientras algunos se quejan de la inacción y llaman a tomar la calle,
otros piden calma, cordura...y paciencia.
Un observador podría concluir, sin mucho análisis, que el permiso
indefinido otorgado a Chávez para su recuperación representa una oportunidad de
colarse y lograr un cambio para esos seis millones y medio.
Pero los males que vienen aquejando a la oposición desde hace años no
mejoran con las circunstancias y el panorama parece ser tan poco claro como los
informes sobre la salud del mandatario.
Neutralizada
El extenso gobierno de Hugo Chávez ha sido exitoso en sus esfuerzos por
neutralizar a la oposición. A las "cúpulas podridas" había que aniquilarlas,
según dijo muchas veces.
Y poco quedaba de ellas en 1998, cuando llegó por primera vez al poder. El
desgaste, fraccionamiento y carencia de líderes de los partidos tradicionales
eran ya de tal magnitud, que explican de por sí su victoria original.
No sería descabellado decir que la profundidad de los cambios que se
avecinaban no la calibró la oposición en un primer momento.
Todavía jugando con las reglas políticas del pacto implícito que había
prevalecido los 40 años anteriores, en que el partido mayoritario reconocía la
fuerza de la minoría y la minoría respetaba la voluntad de la mayoría, una Corte
Suprema de oposición le dio luz verde a Chávez para convocar una Asamblea
Constituyente en 1999.
La oposición quedó virtualmente fuera de la redacción de la nueva
Constitución (sólo obtuvo seis de 131 escaños). Y la Constitución sacó a la
oposición de la Corte Suprema, el Consejo Electoral y los órganos del llamado
Poder Ciudadano.
Más tarde la oposición se sacó a sí misma de la Asamblea Nacional cuando
decidió no presentarse a la elección de 2005 con objeto de boicotearla. Un error
crucial, del que sólo se recuperó parcialmente en la Parlamentaria de 2010,
cuando logró construir una unidad que, aunque precaria, ganó 65 de 165
escaños.
Complejo de abril
Otras cuotas de poder opositor dentro de las Fuerzas Armadas y de Petróleos
de Venezuela, así como la influencia del sector empresarial, fueron
desmanteladas tras el fracaso del golpe cívico-militar de abril de 2002 que sacó
a Chávez brevemente del poder y el paro petrolero de 2002-2003, con todas sus
protestas de millones de opositores.
No es fácil encontrar un líder que pueda medírsele a Chávez.
"La cucaracha no tiene con qué sentarse. No hay con qué repetir nada ni
siquiera imaginablemente similar a las manifestaciones de abril (de 2002)", le
dice a BBC Mundo el consultor político Ángel Álvarez.
Pero además, aquellas acciones de 2002 y 2003 dejaron entre los opositores
más que el mal sabor de la derrota. Marcaron un punto de inflexión para el
chavismo, que emprendió un camino más radical. Que pudo sostener porque lo hizo
avanzar de la mano de grandes programas de distribución de beneficios - las
llamadas "misiones" -, financiados por una bonanza petrolera sin
precedentes.
Por eso, para algunos la idea de repetir la experiencia es inconcebible.
Como le dijo a BBC Mundo Eduardo Semtei, exfuncionario chavista, opositor desde
hace varios años que ahora colabora con el excandidato presidencial Henrique
Capriles: "Hay una parte de la oposicion tirapiedra, que en cada oportunidad que
el gobierno se equivoca ven un chance para crear un movimiento de masas. Y eso
no está planteado en los actuales momentos".
Líder con rabo de paja
Incluso Capriles tiene que moverse con cuidado cuando se trata de recordar
aquellos años turbulentos, por su polémica actuación como alcalde en abril de
2002 frente a manifestantes que la emprendían contra la embajada de Cuba.
"Por donde más le pega el gobierno es llamándolo golpista. Tiene que
lavarse esa afrenta, no es fácil salir en una oposición desmelenada", explica
Álvarez.
Así que el único líder de imagen fresca, decente, energética y coherente
que ha producido la oposición en los últimos 14 años ha optado por la
moderación, sea porque tiene rabo de paja, porque aprendió la lección de abril o
las dos.
"La situación es complicada, el gobierno no lo está manejando bien y hay
que dejarlos que ellos se equivoquen. Participar en ese enredo
económico-político-social, esa teoría de pescar en río revuelto, no es lo que
cabe en esta oportunidad. Hay que esperar con tranquilidad ver el cadáver de tu
enemigo pasar", dice Eduardo Semtei.
La moderación de Capriles incluye aceptar como legítimo el permiso
indefinido otorgado a Chávez, algo que enardece a quienes lo ven como una
violación flagrante de la Constitución. Pero para el consultor político Ángel
Álvarez la estrategia paga.
Sin embargo, el propio Semtei admite que, después de hacer una campaña
brillante, el líder opositor "no asumió su rol con la fuerza que debía".
Capriles ha optado por una línea moderada.
Nadie dice que sea fácil medírsele como rival a Chávez, uno de esos
políticos extraordinarios capaces de hechizar y convencer, del que la historia
produce muy pocos.
Y la cuota de líderes extraordinarios que le tocaba a Venezuela a finales
del siglo XX y comienzos del XXI parece que se agotó con Chávez.
Esto abre el campo para que sean varios los que le disputen a Capriles la
titularidad de una eventual candidatura presidencial, aunque muchos lo
consideren llamado naturalmente a ocupar el puesto.
Pero esto también es sintomático del otro gran problema que ha impedido a
la oposición levantar cabeza: hay partidos sin aspirantes y aspirantes sin
partidos.
De las dos categorías los hay nuevos, viejos, moderados, radicales,
divididos, reagrupados, divididos otra vez. La oposición venezolana es todavía
un gran amasijo de agrupaciones y personas que se disputan cuotas de poder o
simple influencia.
Visto así, a falta de recursos, organización, líderes y unidad de criterio,
podría decirse que la oposición en Venezuela no tiene nada. Ni siquiera a sí
misma.
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