Las actuales centrales eléctricas sucias de todo el mundo bombearán a la atmósfera más de 300.000 millones de toneladas de dióxido de carbono (CO2) a lo largo de su vida útil, incrementando notablemente los niveles atmosféricos de ese gas de efecto invernadero, según los resultados de unos cálculos efectuados por científicos de la Universidad de California en Irvine y la Universidad de Princeton, ambas en Estados Unidos.
Este análisis es el primero que cuantifica lo rápido que están creciendo estas emisiones ya “comprometidas” (aproximadamente un 4 por ciento al año) a medida que se construyen más centrales eléctricas que queman combustibles fósiles.
Suponiendo que estas centrales funcionaran durante 40 años, solo las que se construyeron globalmente en 2012 producirán unos 19.000 millones de toneladas de CO2 durante su existencia, según los cálculos del equipo de Steven Davis, profesor en la Universidad de California en Irvine.
Reducir las emisiones de carbono implica retirar más instalaciones que queman combustibles fósiles que las que se construyen. Pero en el mundo se han construido más centrales eléctricas que queman carbón en la pasada década que en cualquier otra anterior, y los cierres de las viejas centrales no compensan el ritmo de esta expansión.
“Lejos de resolver el problema del cambio climático, estamos invirtiendo mucho en tecnologías que lo empeoran”, dictamina sombríamente Davis.
Según el estudio, la emisión total de CO2 que surgirá de las actuales centrales eléctricas alimentadas con combustibles fósiles representa un porcentaje sustancial de la cantidad que se pretende recortar en muchos planes de mitigación del calentamiento global para evitar que las temperaturas globales se calentaran más de 2 grados centígrados por encima de los niveles existentes poco antes del inicio de la Revolución Industrial. Este tope de 2 grados en el aumento de la temperatura media global no es arbitrario, sino que constituye un umbral de temperatura más allá del cual muchos científicos creen que el sistema climático mundial sufrirá trastornos mucho peores y difíciles de revertir que los registrados hasta ahora, y se instaurará una nueva e incierta era de la historia humana. (NCYT)
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