Un siglo y medio después de su descubrimiento y transcurridos unos 150 millones de años desde que vivió, el controvertido Archaeopteryx aún guarda sorpresas: El espécimen número once descubierto hasta ahora de este icónico animal, al que muchos consideran un eslabón entre los dinosaurios y las aves modernas, ha resultado tener el plumaje mejor conservado de todos, permitiendo que se puedan hacer comparaciones detalladas entre él y otros dinosaurios con plumas. El análisis aportará un poco de luz al enigma evolutivo de esta criatura.
El nuevo fósil está siendo sometido a un examen exhaustivo a cargo de un equipo dirigido por el paleontólogo Oliver Rauhut, de la Universidad Ludwig-Maximilian en Múnich, Alemania.
Los primeros resultados del análisis del plumaje contribuyen significativamente al debate actual sobre la evolución de las plumas y su relación con el vuelo de las aves. También implican que las conexiones entre el desarrollo de las plumas y el origen del vuelo son probablemente mucho más complejas de lo que se asumía hasta ahora.
Las comparaciones con otros dinosaurios depredadores con plumas indican que el plumaje en las diferentes regiones del cuerpo variaba mucho entre especies. Ello sugiere que las plumas primitivas no evolucionaron en conexión con funciones relacionadas con el vuelo, sino que se originaron en otros contextos.
En la actualidad, se sabe que existieron dinosaurios carnívoros con plumas antes de la aparición del Archaeopteryx, y todo apunta a que sus plumas proporcionaban aislamiento térmico. Ciertas especies avanzadas de dinosaurios carnívoros y de pájaros primitivos con patas delanteras provistas de plumas podrían haberlas usado como órganos de equilibrio cuando corrían, como hacen los avestruces en la actualidad. Además, las plumas pudieron tener otras funciones útiles, como empollar huevos, lograr un mejor camuflaje con el que eludir a depredadores, y hacer más espectaculares las ostentaciones visuales orientadas al cortejo para el apareamiento. Efectivamente, las plumas de la cola, alas y extremidades posteriores representaban muy probablemente funciones de ostentación visual, si bien es muy posible que el Archaeopteryx fuera también capaz de volar. Curiosamente, las plumas laterales en la cola del Archaeopteryx tenían una forma aerodinámica, y es muy probable que ejercieran un papel importante en sus habilidades aéreas, tal como señala Christian Foth, de la Universidad Ludwig-Maximilian, y miembro del equipo de investigación.
Las evidencias reunidas hasta ahora indican que las plumas adquirieron sus funciones aerodinámicas de forma secundaria: Una vez las plumas aparecieron en el escenario de la evolución, pudieron ser adaptadas y reutilizadas para el vuelo. Es incluso posible que la evolución hiciera surgir más de una vez la habilidad de volar dentro de esa clase de dinosaurios, los terópodos, caracterizados por caminar sobre dos patas, y entre cuyas especies figuran bestias tan famosas como el Tiranosaurio rex y el Velocirraptor.
Dado que las plumas ya estaban presentes, diferentes grupos de dinosaurios carnívoros y sus descendientes, los pájaros, pudieron explotar estas estructuras de maneras diferentes. Los nuevos resultados también contradicen la teoría de que el vuelo activo en aves evolucionó a partir de especies más primitivas de cuatro alas que podían planear.
Lo descubierto hasta ahora demuestra que los pájaros modernos descienden directamente de ciertos dinosaurios depredadores, y que, en algunos aspectos, se les podría considerar dinosaurios del mundo moderno.
Las muchas especies nuevas de dinosaurios con plumas descubiertas en yacimientos fósiles de China en los últimos años han hecho posible colocar al Archaeopteryx dentro de un contexto evolutivo mayor. Sin embargo, cuándo aparecieron por primera vez las plumas, y cuántas veces evolucionó el vuelo, son cuestiones que están aún debatiéndose. (NCYT)
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