Las mareas en masas de agua líquida de la Tierra son bien conocidas, así como la responsabilidad que el campo gravitatorio lunar tiene en tal fenómeno. La Luna carece de mares y lagos líquidos, pero la influencia gravitacional que recibe de la Tierra es mucho más grande que la que ejerce sobre nuestro mundo. Una nueva investigación ha permitido profundizar en un fenómeno lunar provocado por la Tierra y que podría describirse como una "marea" permanente, aunque con variaciones, en terreno sólido, un fenómeno que en tales términos no ha existido jamás en nuestro planeta.
El equipo de Erwan Mazarico, Maria T. Zuber y David E. Smith, del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) en Cambridge, Estados Unidos, así como Michael K. Barker y Gregory A. Neumann, del Centro Goddard de Vuelos Espaciales de la NASA en Greenbelt, Maryland, del mismo país, combinó observaciones de dos misiones de la NASA para medir la forma sutilmente asimétrica de la Luna y cómo cambia bajo la influencia de la Tierra.
Esa forma sutilmente asimétrica de la Luna es uno de los resultados del "tira y afloja" gravitacional con la Tierra. La mutua atracción de los dos astros es lo bastante potente como para estirar a ambos, por lo que tienden a adoptar, hasta cierto punto, la forma de dos huevos con sus extremos apuntando uno hacia el otro. En la Tierra, esa tensión tiene un efecto especialmente fuerte en los océanos, ya que el agua se puede mover libremente, y es la fuerza impulsora de las mareas.
El efecto de distorsión que la Tierra ejerce sobre la Luna es más difícil de detectar, porque nuestro satélite natural es sólido a excepción de su pequeño núcleo. Aun así, hay suficiente fuerza como para elevar el terreno hasta unos 51 centímetros (20 pulgadas) en la cara de la Luna que da a la Tierra.
La posición de ese gran “bulto” en realidad se desplaza unos pocos centímetros con el paso del tiempo. Aunque la Luna muestra siempre la misma cara a la Tierra, a causa de la inclinación y la forma de la órbita de la Luna, el lado de ella que da siempre a nuestro mundo parece tambalearse. Desde la perspectiva de la Luna, la Tierra no está inmóvil, sino que se mueve dentro de un pequeño sector del cielo. El “bulto” en la cara visible de la Luna responde a los movimientos de la Tierra, como una pareja bailando con movimientos bien compenetrados.
Unos pocos estudios sobre estos cambios sutiles ya fueron previamente realizados desde la Tierra, pero la nueva investigación ha contado con datos mucho más precisos, obtenidos desde la órbita lunar por la sonda espacial LRO, o Lunar Reconnaissance Orbiter (Orbitador de Reconocimiento Lunar), y las dos naves gemelas de la misión GRAIL, también de la NASA. El nuevo estudio se ha basado en mediciones mucho más directas de la marea lunar y en una cobertura mucho más amplia que la que se ha logrado antes. (NCYT)
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