Gracias a una tecnología recién desarrollada, en un futuro cercano los consumidores podrán, mediante el simple acto de fotografiar con su smartphone (teléfono inteligente) el objeto que desean comprar, comprobar si es genuino o una falsificación.
La falsificación de productos es una estafa contra el consumidor, ya que, por regla general, las falsificaciones son de calidad inferior a la del producto auténtico. Además, en casos como el de los medicamentos, pueden entrañar riesgos graves para la salud si la composición no es la misma que la del fármaco verdadero. Por otro lado, la falsificación de productos provoca en el comercio legítimo unas pérdidas mundiales anuales de 650.000 millones de dólares, según la Cámara de Comercio Internacional.
El equipo de sir Fraser Stoddart, de la Universidad del Noroeste en Evanston, Illinois, Estados Unidos, ha inventado unas sofisticadas tintas fluorescentes que podrían ser utilizadas algún día como códigos de barras de varios colores para permitirles a los consumidores comprobar la autenticidad de productos de los tipos que más a menudo sufren falsificaciones. Para verificar la autenticidad de un producto, nos bastará fotografiarlo con nuestro smartphone, y este nos dirá si el artículo es real y por tanto si merece o no el dinero a pagar.
Las nuevas tintas fluorescentes proporcionan a fabricantes y consumidores un sello de autentificación que sería muy difícil de copiar por los falsificadores.
Estas tintas, con las que se puede imprimir a través de una impresora de chorro de tinta, son invisibles bajo la luz normal, pero visibles cuando se las expone a una luz ultravioleta. Las tintas pueden ser empleadas para estampar códigos de barra o códigos QR sobre cualquier cosa, desde billetes a botellas de whisky, pasando por bolsos de lujo y productos cosméticos caros, proporcionando así una prueba de su autenticidad.
Una ventaja clave de este nuevo método de autentificación es el control que los fabricantes de los productos a proteger tienen sobre el color de la tinta; las tintas pueden hacerse de colores planos o como gradientes de múltiples colores. El color de una tinta depende de las cantidades y de la interacción de tres diferentes moléculas “ingredientes”, proporcionado así una herramienta de “encriptación molecular”. Incluso un pequeño cambio en la composición de la tinta supone un cambio notable en el patrón de color resultante.
El equipo de Stoddart, Xisen Hou y Chenfeng Ke ha introducido un nivel de complejidad nunca antes visto en las herramientas para combatir a los falsificadores. En ese sentido, estas tintas son similares a las fórmulas patentadas y a veces secretas de los refrescos, en palabras de Stoddart; podríamos aproximarnos a su sabor usando otros ingredientes, pero sería imposible lograr que coincidiera exactamente sin tener un conocimiento preciso de la receta. (NCYT)